viernes, 2 de abril de 2010

P r i m a v e r a


Andando por un camino de pequeñas rocas blancas, me pierdo entre los destellos del sol que se escapan entre los pétalos de jazmín y las flores de los árboles de melocotón, huele a primavera, a hierba, a sol, a Nenuco,  a flores, a sonrisa, a amor.
Huele a niña pequeña.
Sabe a chicle de frambuesa, a melocotón fresquito, a cerezas y ciruelas, a vida.
Se oyen pequeñas cascadas, un río, varios riachuelos, pájaros, el aleteo de las mariposas de miles de colores, algún que otro mosquito, una brisa cálida.

Abejas entretenidas en las flores con su rico néctar.
Sigo andando, cierro los ojos, inspiro, todo huele a mi vida, a primavera.
Sigo andando, escucho risas, y entonces sonrío, me acerco y veo sus sonrisas, sus mejillas sonrosadas, por la diversión, por la risa, por el calor, por la felicidad, por un día más, por euforia, por libertad.
Y algunos se bañan en la pequeña laguna de agua cristalina donde se encuentran las cascadas, y otros juegan al pilla-pilla, otros al pollito inglés, otros a ser mayores y a fracasar en el intento, otros cogen flores, otros hacen bromas, pero todos sonríen, y entonces caen pétalos de jazmín y rosa del cielo, parece magia, parece inocencia, parece primavera.

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